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EL LIBRO Y LA TIERRA

Por: Adrián Sevilla
Al celebrarse el Día de la Tierra y el Día del Libro, estudiando las Sagradas Escrituras, que es el Padre de los libros, se encuentra una exigencia que dice: “y se les mandó no hiciesen daño a la hierba de la tierra ni a cosa verde, ni a ningún árbol” (Apocalipsis 9,4).

Las hojas de la Biblia son parte de la corteza de los árboles. ¿En qué estoy leyendo la palabra de Dios? ¡En la corteza de los árboles! ¡Estoy admirado con esto! Con la modernidad de la tecnología, el internet, ahora puedo ver que algunos animales, como la jirafa, los elefantes y algunos monos, se alimentan de las copas de los árboles e incluso nosotros los humanos comemos frutas de los árboles, y a la vez alimentamos nuestros espíritus leyendo la Palabra de Dios en la corteza de los árboles, siendo que el hombre no solo vive de pan, sino de toda palabra de Dios leída en la corteza de los árboles, que es cosa verde, esta se vuelve como “delicados pastos” (Sal. 23,2) que son, a saber, la hierba tierna.

Como ecologista he tenido que andar realizando monitoreo y estudios de impactos ambientales ante el avance de la frontera agrícola. Cierto día me encontré con un ganadero despalando en la ribera del río, le dije que eso es prohibido y él me contesto: ¿acaso cree que mis hijos y yo comeremos árboles y matorrales? A lo cual le repliqué que mejor se preguntara: ¿será que los hijos de los hijos de mis hijos vivan como en el reino del suricato, alimentándose de escorpiones y serpientes en el desierto?

Tanto irrespeto a la hierba de la tierra que en forma figurada era como alfombra que se extiende a tus pies (Is 42,5) cimentada sobre el océano. Tenía razón Juan Pablo II cuando se inclinaba ante la alfombra verde de la tierra, la hierba simboliza lo transitorio de la vida humana por este mundo hacia Dios, las exigencias hechas en las sagradas escrituras han sido con el único fin de que no se dañara nada de lo que pertenece a los hijos de Israel (Éxodo 9,4).

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